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Memorias de la Alhóndiga, Pedro M. Tielve Cedillo. En el amanecer de la vida, I.

Con esta entrada iniciamos la publicación de las vivencias que Pedro Manuel Tielve Cedillo, muy gustosamente, quiere compartir con los seguidores del blog. Esperamos que os gusten y las disfrutéis tanto como nosotros.

Mis recuerdos de la Alhóndiga, son recuerdos en general gratos, porque pertenecen al amanecer de la vida, aquí pasé mis primeros nueve, casi diez años, y en esa etapa de la vida todo es aprender, todo nos sorprende.

Mi intención con estas memorias, no es hacer un cuadro detallado de la Alhóndiga de aquella década de los años 60, sino más bien, como un pintor impresionista, dar pinceladas sueltas que en la distancia, contribuyan a crear una atmosfera más vívida de la Alhóndiga de aquella época.

Pedro, muy formalito, en la típica sillita de enea de la época. Imagen de principios de los años 60 tomada en la calle Eugenio Serrano. Foto: Archivo Pedro Manuel Tielve Cedillo.

Pedro, muy formalito, en la típica sillita de enea de la época. Imagen de principios de los años 60 tomada en la calle Eugenio Serrano.
Foto: Archivo Pedro Manuel Tielve Cedillo.

¿Existe algún sentido con más capacidad de evocar recuerdos, que el olfato?, probablemente no. ¿Dónde os transportan vuestros recuerdos cuando percibís el olor a libros nuevos, mondas de lapicero, o virutas de goma de borrar? No me lo digáis, a mi ese olor me vuelve a sentar en el pupitre del colegio Sagrado Corazón de Jesús, en el aula de Don Luis, donde aprendí a leer. En el encerado estaban pintadas las vocales. Aprendíamos «mi mamá me mima, yo amo a mi mamá»,  Don Luis nos enseñaba canciones como: «tengo, tengo, tengo, tú no tienes nada, tengo tres ovejas en una cabaña…». También aprendíamos cantando: «España limita al norte con el Mar Cantábrico y los Montes Pirineos…; O esta: «Machichaco en Vizcaya, Ajo en Santander, Peñas en Asturias…».

Los niños estábamos separados de las niñas en las aulas y en el patio del recreo, es decir, había aulas de chicos y aulas de chicas, medio patio para los niños y la otra mitad para las niñas. Las chicas llevaban babis blancos, recuerdo, que en el recreo, solían saltar a la comba mientras cantaban canciones como: «En lo alto de un castillo hay un colegio famoso bachí, bará, bará, bachí, donde van todos los niños a aprender a hacer el oso, bachí…»; «Estaba el señor don gato, sentadito en su tejado, marramamiau, miau, miau…»; «La reina Berengüela, güí, güí, güí, como es tan fina…»; «¿Dónde están las llaves?, matarile, rile, rile, …»; Etc. Los niños, no llevábamos babis, y jugábamos a: Fútbol, deporte para el que nunca fui llamado; Jugábamos a saltarnos, no recuerdo como se llama el juego, pero consiste en que un niño se inclina, mientras otros niños le saltan, y se van turnando, hay variantes de este juego, incluyendo patadita en el trasero; Etc…

Rafael, Pedro y Jesús en una imagen escolar tomada en 1967, en el colegio Sagrado Corazón de Jesús.  Foto: Archivo Pedro Manuel Tielve Cedillo.

Rafael, Pedro y Jesús en una imagen escolar tomada en 1967, en el colegio Sagrado Corazón de Jesús.
Foto: Archivo Pedro Manuel Tielve Cedillo.

Quizá, por no haber sido llamado al deporte nacional, me aficioné al dibujo. En cuarto o quinto de E.G.B. , comencé a pintar al óleo. La culpa la tuvo Don Justo, Don Justo pintaba con una técnica post-impresionista, cercana al puntillismo. Algunos de sus cuadros, los tenía colgados en las paredes del aula. Sus pinceladas eran de color puro, como teselas de un mosaico, del estilo de Paul Signac, por poner un ejemplo.

Regresando al aula de Don Luis, recuerdo que, antes de aprender a leer, yo ponía musiquita al ojear un T.B.O, era como poner una banda sonora. Después vinieron los comics: El Llanero Solitario, El capitán Trueno, El Jabato, Hazañas bélicas; También los de Ediciones Vértice, que entonces editaban los comics de Marvel: Red Rider, Dos Pistolas Kid, Los Cuatro Fantásticos, Los Vengadores, Spiderman, etc. He de confesar, que me costó mucho iniciarme en las novelas tipo, Marcial Lafuente Estefanía. ¡No tenían dibujos, que aburrido! pensaba. Después vendrían lecturas de Ágata Christie, Julio Verne, etc. En la librería «La Veloz», que entonces estaba en la calle Madrid, nos cambiaban los comics y novelas ya leídos, por un precio módico. No recuerdo si en la Alhóndiga había, en los sesenta, otro sitio, que diera este servicio.

Pedro M. Tielve Cedillo.

Getafe, 30 de Diciembre de 2.013.

Continuará…

Foto tomada en la puerta de "La Veloz" donde la chavalería de Getafe, incluidos los de la Alhóndiga, cambiaban sus tebeos. Los adultos hacían lo mismo con las novelas de Marcial Lafuente Estefanía... ellos y las fotonovelas... ellas. La portada de "Triunfo" estaba dedicada a Robert Kennedy por lo que posiblemente la imagen corresponda a junio de 1968. Foto: Archivo Carlos López Muñoz

Foto tomada en la puerta de «La Veloz» donde la chavalería de Getafe, incluidos los de la Alhóndiga, cambiaban sus tebeos. Los adultos hacían lo mismo con las novelas de Marcial Lafuente Estefanía… ellos y las fotonovelas… ellas.
La portada de «Triunfo» estaba dedicada a Robert Kennedy por lo que posiblemente la imagen corresponda a junio de 1968.
Foto: Archivo Carlos López Muñoz

3 comentarios el “Memorias de la Alhóndiga, Pedro M. Tielve Cedillo. En el amanecer de la vida, I.

  1. Parece la historia de la serie televisiva «Cuéntame» pero en primera persona. Los libros en aquella época no pesaban tanto en las mochilas…. Y los tebeos… con las minifaldas…

    • Pues espera que esta es sola la primera entrega. Todo el relato es un fantástico regreso a «aquellos maravillosos años».

  2. Me ha entusiasmado…

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