Cuarta entrega del relato de Antonio Morillas en el que nos habla de un suceso que, a buen seguro, más de uno recordará. La pena es no haber encontrado el material gráfico que lo atestigüe aunque, con un poco de paciencia, es posible que lo encontremos. Si así fuera, lo publicaremos en cuanto lo tengamos disponible.
El hombre que vino del árbol o Tarzán vivió en la Alhóndiga
Para documentar la historia que voy a contar me hubiese gustado aportar pruebas documentales del hecho, pero no me ha sido posible puesto que el periódico que podría hacerlo, PUEBLO, ya desapareció, y no he sido capaz de encontrar en Internet datos acerca de él. Pero lo que sigue es tan cierto como que cada día, al menos hasta hoy, ha salido el sol.

Año 1974. Antonio Morillas, en la oficina de RUVICAL, constructora de la que habla en esta entrada del blog y que consiguió una gran campaña publicitaria que le multiplicó las ventas de sus pisos en Getafe.
Foto: archivo Antonio Morillas
El Director de la empresa en la que yo trabajé desde 1973 era un hombre mundano, muy bien relacionado y con un punto de populismo que le hacía mezclarse con personajes variopintos. Entre sus amigos se contaba un periodista de televisión, muy popular en los primeros 70, que, además, escribía en el diario PUEBLO: Antolín García, periodista con aspecto de franquista, bigotillo cortito, gafas oscuras y fácil verborrea.
Según contaba mi futuro jefe como una anécdota más de su vida, cierto día Antolín le llama y le dice: “Gabriel, te voy a proponer hacer la mejor campaña de publicidad que se puede hacer para tu empresa, a un precio irrisorio”. “Cuenta”, le respondió. Y le contó que había llegado hasta sus oídos que había una familia compuesta por el matrimonio y dos hijos, que se había construido una choza de madera, en lo alto de un árbol en las afueras de un pueblo de Madrid y que vivían en pésimas condiciones.
El plan consistiría en que los dos irían a verles, junto a un fotógrafo, el periodista les haría un reportaje denunciando la pésima situación en la que vivía esa familia y que el periódico publicaría como una noticia de la que alguien tendría que tomar nota. Y justo en ese momento aparecería el director de la empresa para ofrecerle a la familia una vivienda de tres dormitorios de las recién terminadas en la calle Oca, que por aquella época se correspondía con el bloque 32.
El “Tarzán” moderno, de mostacho largo y pelo ralo, aceptó la oferta, cómo no, y los dos linces de la mercadotecnia siguieron su plan. Días después de la primera noticia, se publicaron en PUEBLO nuevas fotos, en las que ya aparecían el periodista, el director, junto al matrimonio y su prole al pie del árbol donde estaba la choza, y la noticia de que la empresa RUVICAL con su director al frente, le ofrecían totalmente gratis una vivienda digna en Getafe a esa pobre familia de los arrabales. Y posteriormente, nuevas fotos y otra página del periódico para dar cuenta de la entrega de las llaves de la vivienda. Un serial completo, al que se sumó una tienda de muebles que, avisada previamente, se ofreció a contribuir a la obra de caridad regalándoles los enseres necesarios.

Anuncio de la Constructora RUVICAL insertado en ABC a finales del año 1969. Como vemos la publicidad era sencilla por lo que suponemos que los medios de esta empresa para publicitarse eran más bien escasos.
Foto: Hemeroteca ABC.
Mi empresa aumentó las ventas de pisos vertiginosamente en los meses siguientes, con lo que el negocio y la campaña publicitaria había salido barata y muy rentable, aparte el valor social que el acto en sí conllevaba. Otras versiones hablaban de que habría sido el director de mi empresa el que supo de la familia y le propuso el plan al periodista. Pero en esencia el resultado habría sido el mismo.
En el barrio, sobre todo en la calle Oca, se levantó cierto revuelo porque los que ya vivían allí recelaban de los nuevos vecinos hippies, que sólo se vistieron con cierta normalidad, según los cánones de la época, para hacerse las fotos para el periódico, y después volvieron a sus ropajes estrafalarios -sobre todo la mujer- de cuando vivían en el árbol.
Ella se pintaba como un payaso cada vez que salía a comprar –pocas veces- a las tiendas del barrio y se ponía unas minifaldas escandalosas para escarnio de la vecindad femenina que veía un grave peligro para la integridad de sus varones, porque, vistiendo así, suponían, que nada bueno buscaba esa ‘lagarta’. Todos hacían cábalas sobre su forma de ganarse la vida: “Con esas pintas, no se puede dedicar a nada bueno”. Los tenían controlados y ya las malas lenguas hablaban de que ella salía por las noches sola, y que algún coche venía a buscarla y que él cuidaba de los niños, y que… Jamás se les vio alternar con nadie del barrio aunque tampoco se metían con nadie ni armaban escándalos. Era lógico que, después de tanto tiempo viviendo en el árbol, se hubiesen convertido en personas muy poco sociables.

La avenida Reyes Católicos a mediados de los años 70. Viviendas nuevas, matrimonios jóvenes, muchos niños y para no perder la costumbre, la ropa en los tendederos de la calle.
Foto: archivo Antonio Morillas
Los niños –y los mayores- empezamos por ponerles apodos, a él Tarzán, apelativo cariñoso que las mujeres aprobaron, con un pelín de mala uva, porque decían que venía muy a cuento puesto que ella se parecía a Chita. En la calle Oca vivieron por lo menos hasta el año 1975 en que yo me fui del barrio y ya les perdí la pista. Pero la historia de cómo llegaron a la Alhóndiga fue así y así la cuento. Sólo espero que alguien que fuese vecino la corrobore para que no quede como cuento. Los que vivimos en los inicios de los 70 en esa calle podemos decir que fuimos vecinos del Tarzán de la Alhóndiga, el hombre que vino del árbol.
Continuara…
Antonio Morillas Jiménez, mayo 2014.
Tengo que preguntar a mis padres!!!! Yo naci en el 70 y ya vivian en la calle Oca!! Obviamente yo no los recuerdo, pero resulta agradable leer sobre el lugar donde creci. Un saludo. Bea
Gracias Beatriz, estaremos encantados de encontrar más datos sobre esta peculiar familia.
es cierto morillas pero olvidaste decir que la mujer era muy hermosa y esa era la envifia de las vecinas, yo tube una tienda en la calle perdiz y la ropa de los niños se la daba yo, y vivian como podian el tarzan era mas bago que un demonio y la mujer era mas joven qué él pero estaba loca por el, los cuentos y los lios sobre aquella chica, eran pura envidia.
Esas vecinas envidiosas…!!! Gracias anónimo. ¿No te animarías a contar alguna batallita de las vividas en tu tienda de ropa?
Hoy he preguntado a mi tia. Vivia justo en el piso encima de ellos y recuerda que ella llegaba muy tarde a casa, de madrugada, las tres o las cuatro y se luaban a discutir marido y mujer…eso si dice que si ella escuchaba demasiado ruido a las 10 o las 11 de la mañana, subia a protestar porque no podia dormir. Mi tia se marcho a vivir a otro lugar antes del incendio.
Gracias Beatriz. Sin duda este es el caso de una familia desestructurada, una más de las muchas que hemos tenido y tenemos en el barrio. Podríamos escribir muchas historias con protagonistas similares, ¿verdad?
Correcto, dice mi madre que vivían en el cuarto y se distinguía bien, porque los ladrillos y las barandillas estaban pintadas de distintos color a las demás viviendas. Seguiré preguntando a mi madre.